Nos alejamos rápidamente tras lo que veía; parecía sacado directamente de una película de suspense. Mi pareja seguía molestándome porque no habíamos tomado ninguna foto de lo que vimos. Todo el asunto lo había sacudido, simplemente parecía que no podía cerrar la boca sobre los ‘kelpies’. Si no hubiera estado ahí con él, lo habría llamado delirante. Pero ambos lo vimos, era real.

Para salvar al pueblo del miedo intenso, no le dijimos a nadie exactamente lo que vimos, pero sí escribimos en el periódico que había peligro en el lago. Teníamos tres desapariciones de más para resolver y un caso potencial de lo sobrenatural.

Elena se acercó a mí una semana después y me dijo que ya había hablado con mi pareja pero que él no quería escucharla.

“Estudio todo tipo de folklore. Vampiros, hadas, grifos… Escribo sobre todo ello”.

“Ese es un tema peculiar en el que especializarse. Ya sé el nombre de lo que podemos estar viendo: kelpies”. Le di una mirada cautelosa.

“Podemos deshacernos de ellos”. Me puso su cuaderno en la cara, pero rápidamente lo empujé hacia atrás.

“¿Cómo? ¿Los domesticamos o algo así?” Me reí sarcásticamente.

“Se supone que debes capturar su brida o, si está en forma humana, su collar”.

“¿Forma humana?”

“Obviamente, pueden tomar la forma de humanos. Casi todas las criaturas pueden hacerlo”.

“Pido disculpas por no ser una adolescente que estudia la fantasía”. Poniendo los ojos en blanco, me apoyé en la pared.

Cuando abrió la boca para hablar, miré a un joven desconocido que se acercaba a nosotros. Estaba desgarbado, cubierto con ropa holgada y parecía como si hubiera dormido dos horas. Elena le levantó una ceja y él nos habló.

“¿Puedo ayudarte a deshacerte de ellos?”