Sosteniendo la pequeña imagen encontrada en la cámara de Fraser, hice una comparación rápida: sí, esta criatura que me miraba desde abajo era definitivamente la que estaba en la imagen. Intenté tomarle una foto yo mismo, pero trotó de regreso al agua con urgencia, como si supiera mis intenciones. Desapareció bajo el agua, delatando que no se parecía a ningún otro caballo. Bien. . . a menos que tuviera un deseo de muerte.

Cuando regresé a la estación, mi compañero sugirió llamar al control de animales. Otro detective sugirió un equipo paranormal. No podía decidir cuál sonaba más confiable.

Al día siguiente se informó de otra desaparición: una joven que simplemente era una visitante de este pueblo entró en la zona del lago y nunca regresó. Urgentemente regresé al lago acompañado de mi pareja. Teníamos plena intención de encontrarnos cara a cara con esta criatura.

“Oí hablar de los kelpies cuando era niño”, dijo. “Atraen a la gente para que los monte y luego se van a su destino acuático. Un concepto similar al de las sirenas”.

“Entonces prohibiremos montar a caballo hasta que esto se solucione”. Inmediatamente concluí.

Entramos en una pequeña cueva y nos sentamos en las rocas, buscando algo. El lago estaba mucho más silencioso de lo que recordaba. Era el tipo de silencio que podía provocar náuseas incluso en los estómagos más fuertes. Después de solo unos minutos, vimos al kelpie emerger del agua desde lejos. Como cualquier caballo, empezó a comerse un trozo de hierba. Si esta criatura todavía fuera capaz de mostrar el comportamiento de un caballo normal, entonces quizás nuestro plan podría funcionar.

“Toma la cuerda”, le pedí a mi compañero, “y atrapa a ese equino”.